sábado, 30 de mayo de 2015

Say

Take all of your wasted honor
Every little past frustration
Take all of your so called problems
Better put them in quotations

Say what you need to say...

Walking like a one man army
Fighting with the shadows in your head
Living up the same old moment
Knowing you'd be better off instead if you could only

Say what you need to say...

Have no fear for giving in
Have no fear for giving over
You better know that in the end
It's better to say too much, than never to say what you need to say again

Even if your hands are shaking
And your faith is broken
Even as the eyes are closing
Do it with a heart wide open

(Wide heart)

Say what you need to say
Say what you need to, say what you need to
Say what you need to say.

John Mayer - Say










Es lo que deseo de mi, de vos...
Fuerte y claro, para que no nos queden dudas...
aunque duela...

"Say what you need to say..."

jueves, 28 de mayo de 2015

Poema 10

Es bueno que sepas
Lo antes posible
Cosas esenciales de mi.
De un hombre quiero que lo sea:
Se procure el sustento
Mute el yin y el yang.
No me corte el TRIP.
Mantenga la distancia óptima.
No se eclipse con mi luna
Y deje brillar el sol.
Que me extraiga el néctar
Y me deje dormir:
Que pueda separarse
Sin desgarrarse
Y que sintonice sin verme.
Que me invite a su vida
Lo más liviano posible
Y que no me someta a deudas pendientes
Con otras mujeres.
Yo convertiré en magia
Lo cotidiano.
Te cocinaré un manjar improvisado.
Plasmaré tus sueños enjaulados
Romperé hechizos milenarios
Y descorcharé un manantial
Para regarte raíz,tallo, hojas y flor.

No me impidas
No me pidas
No me digas.

Susurrame, musitame, inventame
Desnudame,saboreame, deshojame
Desde acá en adelante
Creemos un nuevo amor
Seamos mansos y adaptables.
Continentes y mares
Antí­dotos del dolor.
Juntemos al alacrán y al grillo
En la curva del amor.

domingo, 24 de mayo de 2015

Producto del ultimo mes...

Hace varios días que tengo esta idea en la cabeza. Tal vez ese sea el motivo por el cual a veces no duermo o no duermo bien...
Por todos los acontecimientos vividos en este período me puse a pensar en mi, en el tiempo medido en años, como por ejemplo mi edad y las cosas logradas en ese lapso...
Me puse a pensar en varias cosas...
Me sorprendió mucho un día hacer consciencia en cuanto a que un latido equivale a un segundo aprox, teniendo en cuenta que el ritmo cardíaco normal es de  50 y 100 latidos por minuto, si lo promediamos seria mas o menos un latido por segundo o más, pero pensar en los latidos, los segundos... "por cada segundo "se nos va" un latido de vida" dijiste y a mi el "se nos va" me sonó tan feo... 
La vida... la muerte...
Mi abuela y posteriormente mi vieja, siempre dijeron que nadie tiene la vida comprada y me parece correcto para esto que estoy rumiando hace días... 
Hay en este mismo momento personas que están muriendo, naciendo y viviendo intensamente... es la vida eso que pasa de este lado y del otro...
Me pasan muchas cosas en la cabeza... 
Con el ambiente adecuando hoy... escuchando música, con tanto sueño como si no hubiera dormido ayer no paro de pensar, de pensarme y de pensarte...
¿Existe "La felicidad"?
¿Soy feliz o lo suficientemente feliz? ¿Me siento bien al respecto?

¿Que es lo que esperamos? porque realmente siento que en cada palabra no dicha, en cada acción que se queda en un intento o que ni llega a serlo, me voy perdiendo... te voy perdiendo.

¿Me arrepiento de algo?

Si muriera hoy, o si me fuera a acostar y ya no amanezco... ¿me arrepiento de algo? De algo que no hice probablemente... tal vez no lo llame arrepentimiento pero quedarse con las ganas suena parecido...

¿Cómo hago para no meterte en el medio? ¿Cómo empezar a olvidar?



Es difícil.

Hasta acá esta bien.

viernes, 22 de mayo de 2015

Mínimos avances en la cama.

Menos la cama, todo ha mejorado en este mundo.Antes cocinábamos la sopa haciendo fuego con leña, ahora metemos el tazón directamente al microondas; hace medio siglo podíamos tener hasta cincuenta longplays en casa, hoy tenemos quinientas discografías completas en el bolsillo; ayer íbamos a los sitios a caballo y tardábamos meses en llegar, ahora nos movemos en aviones y en tren bala. Todo lo que nos importa ha evolucionado menos la cama, la cama no. Dormir sigue siendo la misma mierda desde el siglo once.
Capaz que soy yo, que me estoy haciendo viejo y ya todo me cuesta mucho, pero cuando llega la noche prefiero quedarme dormido en el sofá, o en el suelo, antes que irme a la cama.
—¿No vienes a dormir? —pregunta mi mujer.
—No, otro día.
Sólo pensar en la cantidad de cosas que hay que hacer para acostarse me desmorona. No hay nada automático, todo es manual y torpe, todo es antiguo.
Observo la vida del hombre moderno y todo parece estar bien, me siento satisfecho: un aparato nos alerta sobre la hora de despertar; enseguida una máquina nos prepara el café; después un vehículo nos conduce al trabajo; allí un dispositivo piensa por nosotros y nos corrige; por la tarde extraemos dinero de una estructura automática para insertarlo en otra que nos ofrece alimentos o cigarros; por la noche otro artefacto móvil nos devuelve al hogar; ya en casa una invención nos entretiene con música, dramaturgia o deportes; y otra maquinaria nos indica que ya es la hora de descansar.
Hasta ahí todo es perfecto.
Pero justo entonces —cuando más necesitados estamos de lo automático— sobreviene el fallo: antes de acostarnos, nosotros, los hombres modernos, los que ya hemos conseguido no realizar ni un solo esfuerzo físico, tenemos que hacernos la cama. No existe un artificio mecánico que nos libre de esa desdicha. En las casas hay control remoto para todo, hasta para bajar las cortinas. Pero no los hay para las actividades que involucran el dormir.
Solamente los japoneses y los enfermos terminales tienen control remoto en sus camas. Ellos sí. A veces me dan ganas de ser amarillo (del verbo tokio o del verbo hepatitis) para que mi cama sea automática y tenga botonera.
El hombre se ha pasado los últimos veinte o treinta años inventando una cantidad enorme de estupideces. Ya hay máquinas que te informan quién llama, con letras de imprenta, para que no lo preguntes en el teléfono. ¡A eso hemos llegado en nuestra loca aventura hacia el confort! Inventamos artefactos que nos liberan de decir “hola, ¿quién habla?”. Hay herramientas que convierten el agua en hielo sin que tengas que viajar al sur. Hay lo que quieras.
Pero a la noche, cuando llega la hora del reposo, debemos airear diferentes telas, extenderlas de manera que sus puntas se toquen, simétricas, y colocar los bordes debajo de una bolsa llena de plumas; una bolsa absurda que pesa lo mismo que la lengua de un dinosaurio.
Odio el colchón actual. Lo odio con todas las fuerzas de mi alma. El colchón y el comunismo son las dos creaciones más equivocadas de la historia del Hombre. Ambos son inventos que jamás funcionaron bien del todo, pero nunca nadie se ha atrevido a decir en voz alta:
—Hemos fallado, señores, hagamos esto otra vez desde el principio.
Al contrario. Al comunismo y al colchón seguimos incorporándoles modificaciones y mejoras falsas, para disimular nuestro error de haber inventado algo tan incómodo. Colchón ergonómico, comunismo libertario; canapé abatible, izquierda moderada; somier articulado, socialismo utópico; colchón de espuma viscoelástica, partido obrero español.
No es posible que, a estas alturas del progreso, todavía haya algo en nuestros hogares que debamos limpiar pegándole con una escoba en el patio. No tiene lógica.
No puede ser que si un día nos meamos (sin querer), tengamos que pedir ayuda a un vecino para dar vuelta el colchón. Tenemos microchips, minifaldas, lentes de contacto, calditos de pollo… Una enorme variedad de cosas minúsculas. Pero a la noche dormimos en una cosa que pesa treinta y siete kilos.
Es increíble que ya tengamos coches con los que podemos chocar diez veces sin matarnos, y marcapasos con el que podemos sufrir hasta siete ataques al corazón y seguir vivos, y que —por el contrario— haya que tirar el colchón a la basura cuando nos hacemos pis dos veces. La tecnología y la modernidad parecen estar al margen de los dormitorios. Los avances se quedan en el comedor, en la cocina, en la sala de juegos.
Si comparamos una cama del año 1308 con otra de este año nos va a costar mucho encontrar un mínimo progreso. Siete siglos muertos, a la deriva de la ciencia, en donde únicamente hemos logrado construir el mismo armatoste horizontal con tres lienzos de tela encima. En setecientos años, sólo hemos conseguido ponerle elástico a las puntas de la sábana de abajo, para que no se salga cuando damos pataditas. En setecientos años, un elástico. ¿Qué carajo nos está pasando.
En estos tiempos de modernidad la cama debería venir con ingravidez de serie. Tendría que ser una cápsula gigante y hermética, sin sábanas ni frazada ni colchón de pluma. Fantaseo cada noche con un artefacto en el que mi cuerpo flota, desnudo y lánguido, siempre a una temperatura perfecta y con un leve sonido de fondo: el arrullo del mar, tres grillos en la distancia, los goles de Racing en la voz de Víctor Hugo…
En esta cama 2.0 no existiría ni el ronquido ni el insomnio, ni los ruidos externos, ni las pesadillas, ni los pedos con olor. Toda la cápsula estaría insonorizada y atenta a cualquier desliz del cuerpo o del entorno. Las almohadas tendrían un temporizador que las haría dar vuelta solas cuando notasen el cachete acalorado. Y, por supuesto, nosotros mismos estaríamos unidos a un grabador de sueños, para poder ver al día siguiente la repetición de las mejores escenas.
Yo no sé si falta mucho o poco para que lleguemos a este punto del confort. Pero lo veo muy complicado, porque los científicos están muy ocupados poniéndole más y más pelotudeces a los teléfonos móviles. Qué gente obsesiva.
Ahora me acuerdo de una frase de Juan Rulfo, el escritor mexicano. Una frase muy bonita que aparece en su novela Pedro Páramo. El protagonista se está quedando dormido sobre una roca áspera, después de haber andado todo el día por el desierto, y dice, antes de quedarse frito:
—El mejor colchón es el cansancio.
Puede ser, sí… Puede ser. En esa época los hombres se agotaban mucho, caminaban kilómetros enteros, trabajaban con las manos y la espalda, comían poco carbohidrato, se peleaban con cuchillo. Es decir, antes la gente se esforzaba. Pero ahora ya no. Hemos abolido el cansancio, hemos eliminado el sudor de la frente y el parirás con dolor. Nos hemos quitado de encima el yugo triste del siglo veinte. Hoy el único trabajo físico que nos queda es hacer la cama antes de acostarnos.
Y yo no quiero, me rebelo. Me enoja mucho que hayamos olvidado erradicar lo más importante. Nos pasamos ocho horas al día durmiendo, ¡un tercio de la vida! Dormimos más que comemos, más que viajamos, más que reímos y amamos. ¿Cómo es posible, entonces, que todavía nadie haya inventado una almohada que se enfríe sola en medio de la noche? Estamos en el nuevo milenio y tenemos que despertarnos para dar vuelta la almohada.
Somos una raza de imbéciles.



Hernan Casciari.

martes, 5 de mayo de 2015

Anniversary of love

60 años de amor cumplirían hoy.
Se que te pone triste y por eso siempre tratamos de animarte.
La pareja fundadora de esta familia.
¿Qué podría decirles?
¡Gracias!  ♡♡